martes, setiembre 26, 2006


La imagen que su espejo malo le devolvió aquella mañana tímida de otoño, delineaba el contorno de lo vivido en esos dos últimos años. Había experimentado emociones de una intensidad tan dolorosa, que lo hicieron pensar que jamás se irían de esa arquitectura deshabitada en la que se había constituido su vida. ¿Dios jugaba a los dados con nosotros? Recordó aquella frase del hombre de la relatividad especial. Pero Sebastián no creía en Dios, y menos en el destino como una carta de navegación en donde se encuentran marcados todos los puertos a los que arribaremos, o las tormentas que debamos sortear a lo largo de aquel camino circular que comienza con un llanto y concluye en un absoluto silencio. La alarma de mensajes del celular lo rescato de aquel secuestro perpetrado por la superficie de cristal azogada. Era Tesia que lo invitaba a desayunar.

1 comentario:

Eleafar Cananita dijo...

Era Tesia...

que bonita sorpresa