miércoles, noviembre 22, 2006



Sara y su predilección por The Clash desenredaron nuestros cuerpos en esa mañana que intervenía con su soleada claridad el color del sudario anaranjado que nos envolvía, y del que tácitamente no deseábamos emerger; mientras las notas de Ghetto Defendant llegaban hasta nuestros sentidos de la mano con el aroma de café y naranjas recién exprimidas; era imposible no hacer el amor ante esa propuesta que el instante modelaba bajo el imperio de aquellas simples sensaciones, tan elementales, como los instintos que impulsan a cazar a los Guepardos en las sabanas.

En la bañera planificaron el curso de las actividades del día; visitarían primero al Arquitecto para que empezara con los primeros bocetos de “La Casa Noble”, según una imagen que Sebastián tenía metida en la cabeza y que en la noche anterior intentó plasmar en el papel, sin éxito al parecer, aunque luego en teoría la entendieron mejor y les agradó.

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