jueves, octubre 25, 2007


Como cada Miércoles se disponía a reunirse con sus "hermanos mayores", así se refería a una media docena de octogenarios señores que lo habían adoptado para sus "charlas de miércoles" como sibilinamente las habían bautizado, desde hacía un buen tiempo. Todos eran personajes que ejercieron, en su momento, funciones importantes en la política, la gestión pública y la alta docencia en instituciones de gran prestigio académico, con una honestidad y capacidad envidiables en contraste con la época que a Sebastián le tocaba ahora vivir.En alguna ocasión, hasta le dieron la oportunidad de participar en una de las más gratas experiencias en el ejercicio de la cosa pública, por primera vez, desde una posición de Dirección. Sin embargo, dicha responsabilidad lo había llevado también a confrontarse con el lado oscuro del poder y la miseria humana que simbioticamente las une, en una de las etapas históricas mas abyectas por las que había atravesado la Nación. Sin embargo, en lo personal, subsistían en su memoria, más los éxitos logrados creativamente con la participación de un grupo humano muy identificado y respetuoso de aquella centenaria organización, que aquellas protervas maquinaciones con las que tuvo que lidiar. Si bien escuchar ha aquellas gentes siempre le producía un gran placer por el halo impoluto que las envolvía y, además, por ser un testigo privilegiado de su fértil experiencia en la vida, últimamente se retiraba de aquellas conversaciones con cierto sentimiento sombrío al constatar lo poco que habíamos avanzado como sociedad y la terca similitud que se envidenciaba en cuanto a las taras heredadas en el contexto colectivo; él mismo se sentía contestado e impotente para trascender esa especie de fatum en medio de una dinámica local y mundial, huérfano de un espacio motivado por un real cambio de estructuras y actitudes sociales aqui, como dijo Basadre, en "esta gegrafía habitada por seres desorientados". Rodeó los acantilados para disipar, con la brisa que escalaba la cima desde el mar, aquel casi pétreo laberinto que habían construído sus pensamientos.

2 comentarios:

Margot dijo...

Seres desorientados y reiterativos en sus fallos, la geografía humana y con ella su historia.

Me gustan los hermanos mayores, procuro escucharlos...

(plas, plas, que siga...)

XIGGIX dijo...

jajaja, esos aplausos merecen una reverencia, a sus pies mi bella dama...