Camila abrió la puerta e iluminó aquel ambiente de exquisito adorno; ningún mueble u objeto sobraba o podía uno imaginarse en vez de aquella pieza que se reunía en perfecta armonía de color y forma, justo una al lado de la otra; los cuadros, siendo mínimos, aparecían equilibrados en tema y textura sobre paredes receptoras de una luz primordial. Camila lo observaba expectante, pero Sebastián aún no comprendía bien la razón, hasta que preguntó con tono de asombro ¿Qué es todo esto? Mi burbuja, respondió con el rostro iluminado de satisfacción; luego lo invitó a sentarse a su lado en un suave Sofá de color burdeo, desde el cual, podía observarse la copa de los árboles asomarse por el amplio ventanal ausente de cortinajes. Deseas algo de beber, preguntó intentando rescatarlo de aquella obsesa contemplación; sí, lo que desees tu también, respondió automáticamente. Sobre la mesa auxiliar, un álbum de fotografías distrajo su atención y lo abrió lejos del principio, apareciendo la imagen de Camila y María riendo y lanzándose bolas de nieve en medio de un extenso pinar en los Lagos del Sur; se acordaba muy bien de aquella época en la que él, a último momento, tuvo que desistir de viajar debido a un impasse laboral y luego debió de insistir para que ellas siguieran con los planes por su cuenta; estaba recordando las cómplices carcajadas que soltaron cuando se le ocurrió preguntar por el que hubo de fotografiar aquella escena, cuando apareció Camila con una risa muda tomándose el estómago con las dos manos juntas; ¡ay, Sebastián, no te esfuerces, que hoy se cumple la fecha prometida para despejar tu curiosidad!
Camila, enredada sobre el mueble como una gata dispuesta a recorrer la noche, sonreía como si aquel lejano secreto hubiera cumplido su femenina finalidad; él, como siempre, incompetente para traducir aquellos códigos, le devolvía su imagen pero con un sentido interior opuesto, como la realidad que nos trasmiten aquellos espejos de feria; sin embargo, Sebastián dejó que aquella verdad distorsionada se extinguiese sobre él, sin combustible.