martes, febrero 05, 2008


Sólo sus pasos que se distribuían a través del silencio, habitaban cada rincón de la casa; algunas cajas de cartón conteniendo todo el menaje y la ropa prescindible, formaban una pirámide escalonada y trunca en medio del salón y, a un lado, otra más pequeña con los libros que lo habían acompañado desde siempre, entre ellos, unos que le permitieron conocer aspectos que sólo él pudo alcanzar de su padre, e insospechados para los demás miembros de la familia; a los hermanos les hubiera resultado absolutamente impensable asociar aquella actividad, con la pública personalidad decimonónica de hombre de leyes que aparentemente lo definía; sin embargo, después de su muerte, Sebastián dedicó muchos años de su adolescencia a catalogar y reflexionar sobre cada libro, documento u objeto heredado, como una fórmula de acercamiento a ese extraño que le había sido esquivo; fue a través de esa especie de íntima arqueología, que descubrió aquellos textos tesoro que le revelaron hechos asombrosos, gran parte guiado por sus anotaciones al margen de puño y letra, otros, como resultado del análisis de algunos sueños del pasado; recordaba esos momentos, mientras divagaba revisando algunos papeles por desechar, observando su sombra merodear entre las hojas que contenían antiguos poemas; al tomar un paquete se deslizó de entre las hojas oxidadas, una fotografía que rescataba los instantes previos a la presentación de aquella infantil orquesta en un viejo teatro; estaban los que deberían de estar: el maestro de música, barbado y despeinadamente cano; el director de la escuela, sobresaliendo como un coloso de cráneo pulido y deslumbrante, cuya ruda figura escondía una sensibilidad abrumadora; María, pálida, refugiada entre su soleadas trenzas, con las manos repletas de pentagramas y, al final, sus compañeros de acantilados; cuatro espíritus indomables aferrándose a sus violines como si fueran elementos indisponibles luego de algún naufragio, bajo la mirada intercambiada de nuestra amada protegida.

2 comentarios:

Margot dijo...

El "desván" de los otros(sus libros, sus objetos) es nuestro conocimiento sobre ellos...

Una ruta a seguir.

Besote, Xiggix!

XIGGIX dijo...

Hola, compis! hermenéutica extraña ¿noo? esa de ir reconstruyendo sentidos mediante las cosas de un desaparecido...
uhmm !delicioso, gracias! retribuido está...