

Vaquita-cupido, intensamente roja como rosa-roja-pasión e igualmente abundante como aquellos amantes que, frente al horizonte de un mar que se extiende como tálamo natural, lo han concebido como fruto de ese mito de Penia y Poros, expresiones simbólicas de la ambivalencia entre el destino andariego de su madre y la astucia de su padre cazador; amante de lo bueno y bello, ni mortal ni inmortal, transcurre en la impermanencia de ese eterno ciclo de vida, muerte y renacer, como el día y la noche en un universo inconcebible y siempre nuevo…
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