Avanzo entre el rojo y negro de mudas revoluciones flanqueando mis pasos, y percibo en el aire una tregua frágil bajo el silencio de éstos pasadisos teñidos de un claro oscuro frio que se filtra por la piel; me detengo, dubito sobre ese ángulo arbitrario desde donde la observo bebiendo un café; ella hunde un trozo de pan con el que seguro comparte el mismo crepúsculo de mañanas inciertas, y cobija en la mirada una cierta angustia como cuando se comparece ante esas autopsias del alma que se confirman en cada sorbo de aquel luto áspero, perpetuo; hay ahora una distancia ajena entre los dos, y sin embargo su palidez se torna cercana entre el paréntesis negro azulado que, como ave presagiando idus de marzo, se posan en éste abril; me mira, y es en esa equidistancia donde se funda la fugaz urgencia de un sinalagma que se quiebra frente a la desnudes de mi clandestina presencia; ella vuelve al interior de su exilio, yo, devuelvo mis pasos por los pasadisos donde cabalga un dolor zepia, imprescriptible, en cuyos ecos se denuncia la constancia de mi impostura.
martes, mayo 04, 2010
Avanzo entre el rojo y negro de mudas revoluciones flanqueando mis pasos, y percibo en el aire una tregua frágil bajo el silencio de éstos pasadisos teñidos de un claro oscuro frio que se filtra por la piel; me detengo, dubito sobre ese ángulo arbitrario desde donde la observo bebiendo un café; ella hunde un trozo de pan con el que seguro comparte el mismo crepúsculo de mañanas inciertas, y cobija en la mirada una cierta angustia como cuando se comparece ante esas autopsias del alma que se confirman en cada sorbo de aquel luto áspero, perpetuo; hay ahora una distancia ajena entre los dos, y sin embargo su palidez se torna cercana entre el paréntesis negro azulado que, como ave presagiando idus de marzo, se posan en éste abril; me mira, y es en esa equidistancia donde se funda la fugaz urgencia de un sinalagma que se quiebra frente a la desnudes de mi clandestina presencia; ella vuelve al interior de su exilio, yo, devuelvo mis pasos por los pasadisos donde cabalga un dolor zepia, imprescriptible, en cuyos ecos se denuncia la constancia de mi impostura.
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1 comentario:
Nada es casualidad y por esas cosas lindas que me suceden todos los dias te encontre magnifico escritor. Te he leido y no se cuan joven eres, me imagino que entre 25y 30? Tienes mucho talento y facilidad de palabra,sensibilidad y espero seguir leyendo tus futuras catarsis. Yo vivo fuera de Lima desde 1978 pero voy a Lima cada cuatro meses. He escrito un libro que se llama Luz de Almas Viejas, haz un google y busca algunos de mis escritos. Pronto publicare mi segundo libro "Los Sapos no saben leer"
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