sábado, octubre 07, 2006



Arribó a la ciudad de Piura pasada la siete de la mañana, y se dirigió a la Plaza de Armas; entre sus arcos, según recordaba, había un lugar para tomar un buen café con suma urgencia. Luego, camino alrededor de las glorietas que desparramaban buganvilias multicolores, y disipar el aletargamiento producto de largo recorrido; sin embargo, el ruido de las bocinas de los autos, combis, moto-taxis en un espacio urbano tan pequeño, lo alejó de las bucólicas evocaciones; aquella ciudad se había convertido en una Lima mas pequeña, pero igual de caótica.

Pulso el número de Julián, quien contesto al final de un largo bostezo- marmota, despierta!- le espeto Sebastián- sarraceno, llegaste!, y por que chu no te viniste de frente para acá?- respondió uno de los sobrevivientes del grupo, así los tildaba la esposa de Julián, Sara, por cuanto después de todas aquellas vicisitudes, por llamar de alguna manera a sus delincuenciales actitudes en la adolescencia temprana y tardía, solo quedaban con vida seis del grupo primigenio, que se mantuvieron juntos desde el primer al quinto colegio por el que transcurrió la etapa escolar del clan: los mellizos de acero, Luís y Marco, apodados así por su fortaleza y sus puños de piedra, eran la ultima línea de defensa cuando empezaba alguna gresca; Julián, quien siempre encontraba la fórmula para obtener dinero extra para las juergas y los viajes; Jaime, el monje, quien andaba metido en cuanta secta aparecía con una convicción y entrega impresionantes cada vez; Sergio, el chino, perseguía todo aquello que no tuviera pene, era el predador por excelencia, no importaba si era monja de clausura, estado civil, edad, salud mental, lugar, espacio, tiempo, y un largo etc; si aun estaba con vida, era quizás porque el diablo estaría saltón de tenerlo junto a su diabla, debido a que convivía con una bala calibre 38 en el cerebro, regalo de un marido celoso del que no pudo escapar y que lo postro en una cama por muchos años, hasta que por esas rarezas de la naturaleza humana, lo supero y se volvió pastor de almas perdidas, llevando la palabra de Dios a las cárceles; y por ultimo, quedaba Sebastián, el loco, así lo llamaban por sus agresivas reacciones producto del maltrato físico que había recibido hasta los doce años, por parte de su padre neurótico, de quien se liberó con su muerte; la senda de la violencia lo había conducido casi hasta el homicidio, como cuando le rompió la cabeza con un varilla de construcción a un grandulón abusador que vivía a la vuelta de su casa; también había terminado en Seguridad del Estado a los 16 años, en la época del gobierno militar, por haber golpeado a dos policías que escoltaban a un ex presidente de la república; otra vez fue recluido en un calabozo en su viaje de promoción, por haber trepado por el asta para bajar la bandera chilena que flameaba en el Morro de Arica, justo cuando Pinochet recién se hiciera del poder, además de trompearse con los Carabineros que lo impidieron, entre otras muchas anécdotas de este imprevisible muchacho al que nadie podía creer que se hubiera graduado, y hasta seguido una maestría en Derecho; las artes marciales habían controlado sus reacciones, y la cultura modeló su agresividad, pero aun seguía latente ese lado salvaje de su existencia pulsional, por el drama infantil regresivo del que siempre sería esclavo- Que linda familia!!, expresaba la dulce Sara cuando los veía a los cinco amigos juntos-Bueno, Sebastián- dijo Julián- te espero, no te demores que el día ya esta planificado, y además te tengo una grata sorpresa- y colgó abruptamente sin darle tiempo de obtener mas respuestas- a que se referiría- se pregunto Sebastián mientras subía al auto que lo conduciría hasta el balneario de Colan, donde Julián se había exiliado luego que le diagnosticaran a Sara la esclerosis múltiple que la consumía.

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