domingo, enero 07, 2007


La Iglesia coloridamente concurrida en esta tarde que avanza, temprana y bostezadamente. Recordaba las intrascendencias de aquellos eslabones compuestos de pequeños instantes que penetran nuestras redes de seguridad y, te filtra ese virus como de misticismo; imágenes de milenarios contenidos, aromas de palo santo en virginales miradas, mientras una nena le confiesa sus amores al viento, entre los ecos del acantilado y en el siguiente, una mariposa verde cruza frente a ese otro abismo inexorable como el grito infinito del viento; molicie que cadenciosa se desliza entre los recuerdos de las noches dulces, y amaneceres balanceándose sobre tu aroma que aun mi piel retiene y, entonces imagino, como aquella precisa huella de tu química se transforma en cuerpo donde aun no dejo de encontrar mil formas para explorar tus deseos y los míos; es una tarde mujer, en estas tardes, donde el tiempo descansa...

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