domingo, octubre 28, 2007


La mirada y su cuerpo traducían la fragilidad de un ave en cautiverio; mientras la tomaba entre sus brazos, la crónica de lo vivido entre los dos, dosifico la fuerza con que la sujetaba en aquel instante en el que sus ojos se cerraban para recibir sus labios.Las horas incrustadas en ese espacio entre la noche y el día, se quebraban bajo la imprudencia del trino anticipado de un gorrión solitario.Se habían encontrado en aquella Discoteca demasiado snob para su gusto, a la que accedió a concurrir para desmitificar su recién adquirida fobia a esos emplazamientos de divertimento.Se avistaron entre el cimbrear de los cuerpos influenciados por aquel ritmo tropical, contemporanemente asimilado entre los asistentes habituales a ese lugar representativo de los estratos económicos emergentes;luego la Barra traicionó los espacios en los que naturalmente se les esperaba y se quedaron charlando como si los tantos años que compartieron y los motivos que los habían separado, hubieran sido parte de la biografía de otros seres, extraños a la espectativa con la que cada uno esperaba la palabra del otro en ese momento.
El día se inició con ese asincrónico nerviosismo de un Lunes cualquiera, mientras Sebastián conducía su auto por aquel sinuoso camino que vadeaba la costa Miraflorina hasta la pendiente adoquinada, en donde se ocultaban incontables códigos que escenificaban su presente, junto a la voz bellamente indescifrable de Regina Spektor que lo acompañaba en aquel trayecto circular desde el encuentro con su pasado.

2 comentarios:

Margot dijo...

Leo de corrido los últimos y Sebastian va tomando cada vez más forma. Multitud de aromas, pero no marean...

Besos al vuelo

XIGGIX dijo...

Marga, Einstein decia que no creia que Dios jugara a los dados con nuestro destino o, algo asi, hagamos entonces certeza de las reservas de aquel hombre y lancemos los dados sobre este espacio...
abrazobeso