viernes, noviembre 30, 2007

Catársis I



Estaba convencido-pensaba Sebastián- que había nacido fuera de sincronía con la realidad; al principio iba demasiado rápido y sus procesos mentales, traducidos en su diaria actividad, colisionaban con esa atmósfera, casi dominicalmente rural, con la que avanzaba la estructura social de sus pares; entonces, con gran esfuerzo incorporó a su rebelde temperamento, ciertos complementos teóricos sobre inteligencia emocional; pero luego, el mundo comenzó a girar velozmente, imprimiendo sobre la gente aquella absurda hiperactividad, sin propósito coherente frente a la nueva filosofía del slow down con la que ahora caminaba entre el tumulto. Luego de su regreso del norte, se fue adaptando con pausa a la dinámica y el ruido de la ciudad hasta que, esa mañana, alzó el teléfono y, nada- como dirían los españoles- pero nada de nada, ni siquiera aquellos extraños ruiditos electrónicos que anuncian alguna avería en la línea, simplemente un silencio de ultratumba; revisó las cuentas y, claro, se había pasado unos días de la fecha de vencimiento debido a su ausencia; pero ello-reflexionó- no debería dar motivo para semejante portaso en la cara ¡joer!. Se dirigió al Banco y pagó la deuda; tranquilamente espero la reconexión; pasaron dos días y la cosa empeoró: lo deportaron del mundo virtual ¡coñe! Llamó al 104-Telegestión Comercial- y una señorita le anunció, con ese tonito de aburrimiento celestial, que según las normas aprobadas por el organismo regulador, la empresa tenía hasta cuarenta y ocho horas de plazo para devolverle el contacto con el mundo, ¡ajá!. Pero señor- añadió con malicia-aquí aparece que usted aun debe el mes de octubre ¿What?- disculpe señorita pero hace dos días que pagué-insistió Sebastián-no señor, usted a pagado noviembre-retrucó la ansiosa mujer-pero si el recibo de noviembre aun no me ha llegado-apeló con cierta sospecha-Miró su recibo y, evidentemente, el autómata del Banco le había cancelado el recibo equivocado que no le había sido alcanzado aun. Se fue presuroso y, aunque de antemano comprendía la inutilidad de su queja, descargó su ya creciente molestia mientras cancelaba- estaba adelantado con el pago al proveedor del servicio- cuando llegó a su casa le dio la bien venida el elusivo recibo de marras. Tres días habían transcurrido y ya se sentía cómodamente adaptado a esa nueva realidad alejada del teléfono y de la Internet, por lo menos contaba con el celular que, felizmente, no pertenecía al mismo proveedor. Cuarto día; esta bueno, pero así no es el asunto; está bien que haya superado el síndrome de abstinencia, pero una obligación es una obligación-meditó-104-Telegestión Comercial-otra señorita mismo tono-pero señor su servicio ya ha sido habilitado, el problema es de avería; le paso con el sector102-Servicio de Atención de Reclamos y Averías-ping pong del IVR-Sistema de Respuesta de Voz Interactiva- ¡Bingo! Un humano respondió al final- con voz nerviosa e insegura en un trasfondo de oficina vacía- explicación del caso; señor- dijo el humano- voy a reportar el problema, por favor, tome nota del número de avería-¡asu!-eran cuchucientos números y no contaba con un lapicero- memorizó los cuatro últimos- pero la voz del representante proyectaba cierta inconsistencia que lo hacía dudar sobre su responsabilidad estructural en esa empresa; su tono de voz parecía denunciar un sutil sentimiento de culpa, como si lo hubieran descubierto visitando algún portal pornográfico- más tarde confirmaría en parte su sospecha cuando Camila llamó por su cuenta al 104-Telegestión Comercial- y le respondieron que no se trataba de un problema de avería, pues no estaba reportado y que simplemente estaban dentro del término legal para reponer el servicio. Al parecer el encargado(a) real habría sufrido alguna incontinencia biológica y, súbitamente, agarró al primer tercerisado empleado que rondaba por ahí y le encargó su puesto cuando llamó Sebastián la primera vez. Cansado de las voces anónimas, optó por dirigirse hacia uno de los, tan bien anunciados Multicentros de Atención Presencial; ingresó al recinto pulcramente ataviado, ajeno a todo ese ruido de circuitos y mentadas de madre estadísticamente previstas, en medio del cual, muy cómoda en su “isla”, lo atendió una meliflua ninfa que, luego de presionar algunas teclas, le informó con ese gesto de inducción empresarial mal aprendido, que el problema era de avería y que la empresa contaba, según el distraído regulador, con cinco días para atender su reclamo y que, en todo caso, podía llamar al 102-Atención de Reclamos y Averías- para que le resolvieran “su” problema-sentenció la tersa niña de aquel, insólitamente, denominado Multicentro de Atención Presencial. Ring-Ring- Sebastián ya había olvidado como repicaba el teléfono-levantó el auricular-Síii- después de unos largos segundos-señor me dice su número de teléfono-¡Perdón! ¿Quién llama? -Preguntó intrigado-xusy, ininteligible-luego-¿tiene algún problema con la línea telefónica?-oiga, hace cuatro días que estoy sin servicio-le respondió Sebastián con calma-el hombre vuelve a preguntar incómodo-¿Me dice su número telefónico?-Sebastián- acaso no sabe donde ha llamado-le devuelve la pregunta-¿es el xxxxxxx? Así es- concluye aburrido-señor ya quyse- ininteligible- y se corta la conexión-vuelve el servicio de telefonía, pero el de Internet aun no-Sebastián respira profundamente antes de animarse a llamar-Marca el 104-Telegestión Comercial-el IVR lo guía hacia su incierto destino-luego de una tanda de propagandas sobre sus novedosos y excelentes servicios, una voz grave le advierte que su llamada puede ser grabada y monitoreada ¡que novedad!- finalmente responde una señorita con acento de digestión lenta-Sebastián le explica pausada y concretamente el problema, ante lo cual le responde la mujer-señor, el sistema registra que su línea tiene una avería, así que no podemos atender su reclamo-señorita ¡pero si la estoy llamando de mi monitoreado servicio telefónico!-lo siento señor, pero el sistema registra aun la avería-pero si quiere puede llamar más tarde al 104-Telegestión Comercial- o al 102-Atención de Reclamos y Averías- o también, si gusta, puede acercarse a cualquiera de nuestros Multicentros de Atención Presencial. ¡Plop! Sebastián decidió no caer en la esquizofrénica red de anónimas voces, así que esperó, con risueña paciencia, a que volviera el servicio por la voluntad de algún anónimo servidor. Más tarde, llegó muy veloz la conexión porque, hacía unos días le habían ofrecido, por una suma razonable, aumentarle la velocidad de navegación de 400 a 1000 Kbps, lo cual aceptó con cierta desconfianza. En la mañana intentó ingresar a su correo y notó que el entusiasmo de los Kbps había decrecido notablemente, de pronto estaría medio deprimida la Banda Ancha por la nueva dieta que la llevó a migrar a los 1000 pensó, mientras seguía con sus deberes; ring-ring- sonó su recién resucitado teléfono-una españolísima señorita le dice-señor- seguro a notado que su servicio anda muy lento, lo llamaba para advertirle que al parecer se está produciendo un ataque masivo de virus, hackers, etc. y, en consecuencia, por una suma x la cual, como está considerado cliente preferente-la sosa táctica de sobarle a uno el ego-por una suma de –x le brindamos una protección especial para evitarle una intrusión extraña- ¡ja!, así que ahora los 1000 kbps que le vendieron, no servían para un carajo. ¡óleee!

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