viernes, noviembre 30, 2007


Después de mucho tiempo Sebastián recibió un correo de la “Mujer Salvaje”, el cual evocó el último escenario que compartieron juntos. Habían pasado una velada singular en compañía de los otros “magos”, entre los acordes que armónicamente se enlazaban libremente, mientras, como Dogones, ejecutaban los Djembe´s bajo la luz de Sirio, que esa noche aparecía más cercana y brillante sobre el cielo despejado de la selva y en contraste con las sombras de nuestros cuerpos filtrados por la hoguera que nos reunía en circulo. Las palabras, quedas, en medio de aquel diálogo absoluto de los otros seres tras la espesura, constituían, tan sólo, sonidos ya extraños frente a lo intensamente traducido por las percusiones. Extinguido el fuego, caminaron de regreso al refugio aliados por el silencio quebrado, por instantes, de la grava crujiente bajo nuestros pasos, mientras la Luna entera, tan cercana en perspectiva, parecía aguardarnos al final del camino escondido, intuido.

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